Las religiones paganas
- Verano Brisas
- 16 feb 2016
- 3 Min. de lectura

Las religiones, como los sistemas políticos, se reciclan en forma permanente, por lo que no desaparecen, y han mantenido a la sociedad en una era de oscurantismo, intolerancia y violencia constantes. Estamos dispuestos a prescindir de muchas cosas necesarias para la vida, pero de política y religión jamás, pues son los dos insturmentos de dominio más sniestros y eficientes que haya imaginado la condición humana.
La entelequia religiosa (tema principal del presente texto), nacida de la ignorancia, el miedo y el interés, nos mantienen atados al salvajismo y a un estado de postración mental que da grima. El hecho de que exista un arte, denominado religioso por los especiealistas, no significa que la religión sea condición sine qua non para la creación de grandes obras; las hay iguales y mejores en los temas profanos. De la ciencia ni hablar, pues obra con total independiencia y sólo se atiene los hechos.
Me apoyo entonces en el dicho popular que reza: “de dos males el menos”. Como está probado que no es posible obviar socialmente la religión, defiendo sin ambages las religiones “paganas”, porque son más honestas que las abstractas, supuestamente superiores (¿superiores en qué?), que hoy dominan el panorama mental de los homínidos, ya que están hechas a su imagen y semejanza; por tanto los respetan y comprenden mejor su insignificancia. Nadie, por ejemplo, ha llevado a cabo los atropellos, las torturas, las masacres y las guerras que estas creencias vaporosas producen, en nombre del dios Sol o de la diosa Luna. Podría citar otros ejemplos, pero con el anterior es suficiente.
Las creencias de cualquier índole son un derecho inalienable, y nadie debe ser perseguido por ellas. Cito a Voltaire: No comparto lo que piensas, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo. Caso contrario es lo que ocurre en el mundo. Los creyentes de todas las religiones, principalmente de las monoteístas, pretenden que la totalidad piense igual que ellos, y llevan su verdad embolsillada para esgrimirla como un cuchillo o una metralleta, en la primera esquina. Con el fin de lograr sus objetivos están dispuestos a las acciones más ruines, tenebrosas, criminales y mezquinas; son los verdaderos enemigos de la sociedad y el mayor peligro para la especie. ¿Cuántos agnósticos o ateos han sembrado la barbarie, la esclavitud y la muerte en los campos de la tierra? Si alguno excepcionalmente lo ha hecho, su labor ha sido tan insignificante que las consecuencias son nulas.
En la antigua Unión Soviética se suprmió la religión por ley, según se dijo. Eso fue una falacia predicada por el régimen dominante. Lo que allí se hizo fue un cambio de íconografías: en lugar de personajes como San Agustín y Santo Tomás, fueron intronizados San Marx y San Lenin. Y no es que tenga nada contra Marx y Lenin, porque estos dos gigantes del pensamiento filosófico y político nos dejaron una herencia que no podrán borrar los buitres del poder actual.
Ya que hasta el presente no existe vacuna válida contra la superchería, invito a los lectores para que, por lo menos, reflexionen y se tornen toelerantes con quienes no tienen creencias religiosas de ninguna clase, o si las tienen son diferentes a las propias. Por esta actitud no cambiará el rumbo del planeta, pero sí nuestra existencia diaria, pudiendo vivir con armonía interior y en paz con el resto de la especie a la cual pertenecemos. Tal vez en eso consista el mérito de las religiones paganas.
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