La oligoplutopseudodemocracia
- Andrés Arredondo
- 1 nov 2015
- 3 Min. de lectura

Después de las elecciones salen los empresarios de las encuestas a ofrecer excusas y a decir que no saben por qué se “equivocaron” (otra vez).
El ejercicio de la política en una sociedad como la nuestra, evidencia su faceta más escabrosa a través de lo que se ve en los medios masivos de comunicación y en general en ese gran escenario de seducción y mentira que es la gran prensa de nuestro tiempo. A propósito de las justas electorales, resulta obligado pensar en el significado de la democracia. Hagamos una pequeña revisión del asunto.
La evidente imperfección del modelo democrático en el que vivimos, obliga a preguntarse ¿Si en realidad nuestra Democracia no tiene la vigencia que se le atribuye, cuál será entonces el modelo real de poder que nos regenta? Para comenzar, es necesario aceptar que no existe ningún modelo puro en el sentido de que toda forma de gobierno y todo acuerdo colectivo de sociedad tiene sus fisuras y fugas, lo que explica que en ocasiones el ejemplo de la máxima democracia formal, como es el caso de los países nórdicos, se enfrente a una forma de cogobierno que invisibiliza la acción del ejecutivo, y de otra parte su contrario, el totalitarismo monárquico, que suele extraviarse en las veleidades de su propio ritualismo muy alejado de las coordenadas reales del poder.
En Colombia hemos convertido algunas expresiones relacionadas con la democracia en verdaderas frases de cajón, y son el indicador para confundir la existencia real de tal democracia, con una realidad plagada de formas y ritos electorales que la niegan. La democracia más sólida de América Latina, La fiesta de la democracia, nuestras sólidas instituciones democráticas, frases de continuo propaladas por los medios, recitadas por políticos profesionales o simplemente compartidas en discusiones familiares oen calle.
No es casualidad que nuestra amorfa democracia pertenezca a una de las sociedades más inequitativas y desiguales del mundo, lo que obviamente limitaría de plano toda posibilidad de su existencia práctica. El concepto más básico y modesto de democracia descansa sobre la posibilidad de otorgar a cada quien la posibilidad de participar y, de esta forma, modelar la sociedad tanto en lo económico, lo político y lo social. Sin embargo, en la democracia colombiana opera el misterio de que unos cuantos grupos familiares se han repartido el poder como si fuera una amable concesión caída del cielo.Estos grupos a su vez han entendido que el poder económico no se conserva sin el control de la esfera política ¡y han actuado siempre en consecuencia!
Para citar más ejemplos, recuérdese que en el siglo XIX tanto los hacendados del Cauca como la aristocracia bogotana, tenían en sus manos las riendas del poder político y económico. Después, en el siglo XX, esa ecuación cambió sólo para adquirir una configuración diferente, acaso más sofisticada, consistente en los mismos troncos familiares, diversificados un tanto en proporción al crecimiento económico, la ampliación de los mercados y los compadrazgos establecidos. De hecho, toda la geografía colombiana puede leerse a partir de la influencia férrea de una u otra familia, a tal punto que si se restauraran las instituciones feudales como los marquesados o ducados, serían una especie de franqueza atemporal que ayudaría a entender el poder de grupos familiares como los Char, Santos, Lleras, López, etc. Y, por supuesto, a comprender por qué en la actualidad el 1.5% de la población detenta el 52% de la tierra.
Aterrizando en el concepto de lo que podría definir esa fragmentada y amorfa democracia colombiana, tendríamos que recurrir a los prefijos que califican sus cualidades. Poner una junto a otra esas raíces semánticas que nos indiquen que una persona llega a una instancia de representación pues es adinerada o es avalada por el mandamás, o pertenece al grupo familiar dueño del poder, o que está en el círculo de un conglomerado económico y así.
Dicen los propios medios que las encuestas se equivocaron y no es cierto. Las encuestas sólo son un mecanismo para posicionar a los candidatos bendecidos por los mandamases institucionales, económicos, familiares y personales. Es el precio de vivir en una oligo-pluto-pseudo-democracia.
*Imagen tomada de: cartonespoliticosinternacionales.blogspot.com
Comments