Una mujer liberada
- Ramiro Restrepo
- 22 oct 2015
- 10 Min. de lectura
“Cuando considero la corta duración de mi vida,
absorbida en la eternidad precedente y en la
que me sucederá, el pequeño espacio que ocupo y
hasta que veo, sumergido en la infinita inmensidad
de los espacios que ignoro, me asombro de verme
aquí y no allá, porque no hay razón para encontrarme
aquí más bien que allá, ahora y no antes. ¿Quién me ha puesto aquí?
¿Por orden y meditación de quién me han sido destinados este
lugar y este tiempo?"
Blas Pascal
“El hombre no es un ser abstracto agazapado fuera del
mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el estado
Y la sociedad”
Karl Marx
Para Ángela, Norma, Humberto, Albeiro y Jorge que con su atención y sugerencias han estimulad los arrebatos de escritor.

María Elena Pensaba que la historia y la vida eran insensatas, pero quería para ella una vida feliz, pletórica, se imaginaba que vivir solo era cuestión de inteligencia, que la vida no tenía imponderables, ni azares. Muy pronto, sin embargo, se dio cuenta de sus falsas ilusiones: sus padres se divorciaron y su madre, una fanática de las “Hijas de María” guiadas por el padre Arnulfo, deseaba que su hija se criara como monja, aunque no fuera al convento.
Su madre decía que se parecía a la novicia rebelde y eso la enardecía.
Marucha, como la apodaban, decía que estaba enamorada de Paco, y así parecía, puesto que se les veía muy románticos: cogidos de la mano, besándose en público, abrazados uno encima del otro en la playa.
Fue la primera mujer liberal en el barrio: fumaba en público, montaba en bicicleta de hombres, fue la primera en usar biquini, pantalón y escote, mostrando el canalillo de sus senos y minifalda, y se regocijaba de haber perdido la virginidad a los dieciséis años con su primer novio.
Se mantenía en constante alegato con su madre, su padre no se metía en su vida emocional; una mujer de carácter enérgico, educada por las monjas de la Presentacíon y perteneciente al partido conservador. Para su madre, su hija era una desvergonzada y se lo increpaba. También la consideraba una ramera, aunque eso nuca se lo decía.
En el barrio, María Elena era la admiración de los y las jóvenes, no sólo por su atrevimiento contra las viejas costumbres, sino por su belleza. Las monjas la consideraban "una mujer de cuatro en conducta" y cuatro en conducta le ponían en su libreta de calificaciones, lo que mensualmente irritaba a su madre, más que los inconvenientes de la menstruación que todavía padecía.
Para nosotros era una maravilla porque sus minifaldas nos dejaban ver sus cucos, nuestra única forma de voyerismo para la edad que teníamos.
Fuera de los dolores de cabeza que le producía la cantaleta y violencia física y psicológica de su madre, sufrió otra gran decepción cuando su novio la despreció después de acostarse con ella y romperle la inocencia.
Ella le increpó:
-Gran canalla, godo miserable, no tienes sentido de tratar a las mujeres, crees que somos sólo carne y huesos, sin sentimientos y puros objetos de deseos, machista idiota. Piensa más un muñeco de madera que tú
-No me mereces, no me caso con quien ha perdido su virginidad - le respondió él cínicamente. Fui educado para vivir con una mujer pura y tú ya no lo eres, me asqueas.
Ultrajada en su amor propio, lo dejó para siempre. Ni un saludo le autorizaba.
Ella regó la noticia por el barrio y el tipo casi se vuelve esquizofrénico: por un lado quedó como varón-un macho-ante la godarria del barrio, y por otro como un despreciable roedor ante las mentalidades progresistas que lo apodaron “Godofredo”.
Cansada de la educación pacata de las monjas y desobedeciendo las órdenes de su madre, se matriculó en un colegio mixto de los que había impulsado el Ministerio de Educación durante uno de los gobiernos del partido liberal durante El Frente Nacional. Por lo menos la educación pública permitía ampliar los horizontes de la inteligencia; hasta Teología de la Liberación enseñaban en esa época- decía María Elena.
Paco tampoco le dio la talla, era un apocado en términos cerebrales y lo dejó cuando ingresó a la Universidad de Antioquia a estudiar Literatura. Allí se sintió como pez en el agua, dando rienda suelta a su desbordante imaginación. Por algún tiempo no tuvo amores, pero se extasiaba en tertulias con amigos filósofos y literatos.
Durante sus estudios literarios escribió: La Mujer Adúltera, El Misterio de Ana, La Princesa Condenada, El Maldito Burgués, obras que tuvieron buena acogida de la crítica y la hicieron famosa en el mundillo literario.
Tuvo que trabajar como vendedora para lograr vivir fuera de la influencia de su insoportable mamá. Cuando estaba terminando la universidad se enamoró de Alexis, un catalán que se vino a establecer en Medellín y se puso a vivir con él.
Los dos se fueron a estudiar postgrados en Barcelona y mantuvieron un amor feliz durante cuatro años que estuvieron en la Universidad.
En Barcelona ella enseñaba Literatura colombiana y, fuera de García Márquez, destacaba a autores como Álvaro Cepeda Samudio, de quien decía que si no hubiera muerto tan joven hubiera superado a García Márquez. Que su novela La Casa Grande era una obra majestuosa sobre la matanza de las bananeras (suceso que para la derecha colombiana era tan banal como las masacres de las autodefensas), a Germán Espinosa una lumbrera en imaginación y en recreación literaria de la historia de Colombia, a Pedro Gómez Valderrama, otro gran narrador de la historia del país. Uno de sus personajes favoritos era Genoveva Alcocér, protagonista de La Tejedora De Coronas de Germán Espinosa-tal vez sea mi alter ego, decía-, una criolla aventurera, visionaria y lúcida que en el siglo XVIII emigró de Cartagena de Indias a recorrer el mundo y participar de la rebelión y emancipación del siglo de las luces. Repetía a sus alumnos y contertulios que su país, Coscurantismo, estaba muy lejos de la ilustración. Que el procurador era como la reencarnación del General Juan de Mallorga en Los Cortejos Del Diablo que recrea la época de la inquisición en Cartagena, y que también era una obra de Espinosa.
Otro autor que consideraba digno de estudiar era Ramón Humberto Moreno Durán, un misógino al que por supuesto odiaba, por su ácida crítica a la sociedad de Coscurantismo.
En Barcelona se propuso disfrutar su vida intelectual y amorosa: recorrían el barrio gótico con sus callecitas estrechas, su excelente vida nocturna espléndida en gastronomía y las mesas para gozar de la sangría barcelonesa, las artesanías, los vestigios de la dominación romana y observar la última moda burguesa que a ellos no les interesaba.
Iban semanalmente a la Barceloneta para solazarse con las bellas aguas del Mediterráneo y se sentían plenos en el rincón nudista que permitían en la playa de Mar bella. No les faltaban sus viajes a Francia, París sobre todo, aprovechando la frontera y los desplazamientos en el tren de alta velocidad. Frecuentaban La Sierra De Collserola y los ríos Llobregat y Besós. También en los veranos aprovechaban playas como San Sebastián, San Miguel y Bogatell.
Visitaban en las noches, para una agradable cena, el restaurante Cova Fumada y luego iban a Gracia, a Carrer de Verdi, a la bulliciosa vida nocturna en donde se tomaban sus copas al aire libre.
En Born/La Ribiera encontraba un laberinto. Como para uno perderse con una buena compañía, como Alexis-decía María Elena-. Y, en efecto, de vez en cuando se echaban a perder por las noches y disfrutaban románticamente.
En Eixample, el más moderno espacio urbano de la gran ciudad, les agradaba contemplar en El Paseo De La Gracia la exposición de los máximos exponentes del diseño de la moda mundial.
En las Ramblas se sentían plenos contemplando los artistas callejeros, las estatuas humanas y degustando del mercado de la Boquería.
En arte iban a los museos de Picasso, Miró, El Palau Nacional. Quedaron maravillados con la monumentalidad de las obras de Antonio Gaudí: la inconclusa Iglesia de La Sagrada Familia, El Parque Güell, La Casa Milá y La Casa Batilló. Allí la arquitectura se hacía arte- decían los dos enamorados.
Les fastidiaba el ambiente político español: un gobierno corrupto y extremadamente Neo-Liberal del Partido Popular, un cómodo Partido Socialista Obrero Español que no prometía una oposición clara y un nuevo movimiento como Podemos que parecía una vulgar copia del chavismo. Si Colombia estaba mal en política con El Santismo y la ultra-derecha del uribismo, en España no había de que hacer un caldo-cavilaban.
Ambos consideraban que así sonara a pasquín el escritor, además de recrear realidad y ficción como lo ha hecho la gran literatura, debía ser un cronista de su época, por eso era preciso dejar constancia de que Aznar, Rajoy y Uribe serían algún día protagonistas de la pluma de grandes novelistas que los harían ingresar en el Panteón del” Mal Histórico” y en “La Historia Universal De La Infamia”. Consideraban a los primeros como la sombra de Franco y al tercero como la sombra de Laureano Gómez. Ahora entendemos las ironías y la insensatez de la historia-sentenciaban.
Para ellos “El Nuevo Capitalismo” en el mundo, y en Europa en particular, era la quintaesencia de la mediocridad. El mundo sólo preocupado por más y más acumulación y convertido en un basurero como se le ocurrió advertir al Papa en una encíclica. Ningún movimiento intelectual interesante aparecía por alguna parte.
Ya el lujo burgués no permitía distinción, los chinos se encargaron de dañarles su apariencia diferencial con las copias de las marcas más exclusivas del mundo como: Nike, Adidas, Nokia, Sony, Cartier, Virgin, Louis Vuitton, Gucci, Zara, Hermés, Chanel, etc., quedaron valiendo cinco dólares. El gusto burgués democratizado, una afrenta a los concentradores de la riqueza-era la disquisición de María Elena y Alexis.
-¿Por qué no tenemos un hijo? - le interrogó su amado.
-Ni de vainas. Los hijos son seres formados más por la sociedad que por la familia. Lo más seguro es que primen los factores externos por encima de nuestros criterios formativos. Mira, estará sujeto a:
* Sus amigos y sus influencias “culturales”.
* Los medios de comunicación y su superficialidad.
* El sistema educativo que puede ser más deformador que formador.
Lo que pueden hacer maestros y padres inteligentes es más bien poco. Los hijos pueden ser tan mediocres como ellos quieran, pero en una sociedad tan mediocre como la actual, lo más probable es que lo sean como lo demuestra la mayoría en el mundo entero. Hoy lo que existen son zombis creados por la tecnología y los medios de comunicación. Con un medio tecnológico avanzado y una bulla, que ahora llaman música, tienes un sujeto autista, casi un imbécil.
-¿Quieres tener un hijo así?
-¿Pero por qué tanto pesimismo?
-Pues observa los jóvenes de ahora, en la calle y en la Universidad, muy pocos manifiestan inquietudes por algo. Ni los libros digitales leen, pero son magos para manejar la tecnología, sólo viven pendientes de un wasap. Olvídate. Y si le coartamos la libertad, lo frustramos.
-Me decepcionas. Tenía entendido que las mujeres tienen un instinto materno.
-Pues te equivocas: la maternidad no es nada instintivo. Ocurre que aunque las mujeres estamos dotadas por la naturaleza para ser madres, eso no tiene nada que ver con los instintos; se es madre más por un proceso cultural que natural. Lamento decepcionarte.
-Seremos unos viejos solitarios.
-De acuerdo, pero tenemos que aprender a vivir la soledad, los hijos no son propiedad de los padres, en cualquier momento se van a hacer sus vidas. Total también nos quedaremos solos. ¿Cuántos hijos dejan a sus padres tirados en un puto asilo? Nosotros; perdona el pesimismo, pero acuérdate que el pesimista es alguien informado, podemos correr la misma suerte, podemos dar con un hijo egoísta y deshumanizado.
-Me perturba tu posición, parece que la deshumanizada eres tú.
-Simplemente trato de ser realista, no vivimos en la sociedad más humanista, ni la más ilustrada, lo máximo que piensa la juventud contemporánea es ser Yuppies como los que triunfan en EEUU.
La conversación no terminó en buenos términos y al día siguiente Alexis la saludó displicentemente, evitó incluso el beso que siempre se daban. Marucha se resintió y salió de mal genio para la Universidad.
Aunque siguieron juntos la relación se fue enfriando. Alexis ya no era tan amoroso con ella y María Elena sentía la gelidez y también fue perdiendo vitalidad amorosa.
-El que no quiera tener hijos no es motivo para romper nuestra relación. Hasta ahora nos hemos amado bien. No pienses como un conservador que naciste para procrear y que la familia es fundamental, ya somos familia y nos bastamos. Pero si crees que se acabe el amor por ello, piénsalo. No podemos vivir juntos si lo vamos a hacer amargados.
-No es que piense como un godo, tú lo sabes, pero me siento incompleto sin un hijo. Es algo que va más allá de mi razón. No me lo explico, ni te lo sé explicar. De todas maneras voy a pensar que es lo mejor, si sigo con esta desazón también creo que lo mejor es acabar nuestro amor.
-De acuerdo, hasta mañana.
El amor siguió su transformación en desamor y el tedio los invadía cada que se encontraban. Entraron en una insoportable levedad, para copiar a Kundera, y terminaron.
-Antes de que terminemos odiándonos acabemos esta relación-le dijo ella.
-De acuerdo, ya no tiene sentido que sigamos como dos adolescentes intolerantes.
María Elena sintió que se le rompía el corazón con la decisión tomada. Estuvo muy angustiada y no se concentraba en sus cátedras; pidió un permiso en la Universidad y viajó a París donde había conocido a una pintora llamada Edith, a la cual visitó en una calle de Monmartre.
-Qué alegría de verte-le dijo Edith. No esperaba semejante sorpresa.
-También me alegro mucho, pero vengo a desahogar mi tristeza. He terminado con Alexis por un desacuerdo sobre la maternidad.
-Oh, como lo siento. Ustedes que tenían un amor tan dichoso, pero como tú misma dices “la vida es insensata”. Bueno quédate en París por unos días, mi apartamento está a tú disposición y esta noche nos tomamos unas copas.
-Veo que estás haciendo retratos con mucha melancolía. ¿Algo conceptual o un estado de ánimo?
-Digamos que ambas cosas, la verdad es que yo también tengo una pena de amor, pero no quiero hablar de ello.
-¿Por qué no me pintas mi melancolía?
-¿Y si de pronto quedas como una Virgen María de Durero, tú que no eres propiamente piadosa?
-Inténtalo, no creo que te atrevas a tanto.
-Bueno desde mañana posarás para mí y busco que seas una María Magdalena.
-Vale. Nos vemos a la noche, dame tu llave, me instalaré en tú apartamento y te agradezco.
María Elena salió al día siguiente con Edith y empezó a posar. Se unieron dos observadoras: la pintora miraba y plasmaba la melancolía de la colombiana y esta observaba la hermosura que se reflejaba en el rostro de la pintora. Por las noches dialogaban sobre la situación del arte de cada una, sobre la política y la cultura francesa y del mundo. Entre las dos se fue tejiendo un manto translucido, como hecho de pétalos de rosas, tal era el sentimiento que las embargaba: dos penas de amor se convirtieron en una amalgama de felicidad y placidez, entre las dos nació EL AMOR.
*Imagen tomada de: www.aparences.net - Balthus - La toliette de Cathy
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