top of page

Discutir con idiotas

  • Juan Duque
  • 17 sept 2015
  • 2 Min. de lectura

Recomiendo, indiscutiblemente, a todo aquel que esté leyendo esto, discutir con idiotas. Si usted no ha discutido con por lo menos un gran idiota, o un montoncito de pequeños idiotas, hágalo; no se imagina de lo que se pierde. Un idiota le cambia la vida. Un idiota, claro, es un idiota, pero usted querido lector, seguramente no lo es, puede usted aprender más de los idiotas que de los grandes genios. Sepa esto: los idiotas son universales, los hay en todas partes, no se deje engañar con idiotas importados, aquí en Colombia producimos en demasía. No hace falta, buen amigo, que los busque mucho. ¡Haga patria! Consígase un uribista u otros de su misma especie. Y solo cuando desee usted tirar caché, salga del mercado doméstico. Los gringos, como en casi todo, le llevan ventaja al resto del mundo. God bless America!

Los idiotas. Ni cortos, ni perezosos, son hombres de acción. Los encuentra usted por todas partes. Permean todas las clases sociales, pueden ser desde ministros, hasta patisucios. Algún idiota debería hacer un libro acerca de idiotas, o para idiotas. De esos hay muchos. Están por todas partes; en las mejores editoriales, ¿no los ve? ¿No los lee? No, no los lea. Los idiotas son además excelentes lectores, de idioteces. También son excelentes periodistas, e incluso, críticos literarios. A eso le llamo yo: el circulo idiotozo. No se deje engañar por estudiantes de universidad pública, ni por políticos, ni por empleadas domésticas. En este país hay solo tres cosas organizadas: el crimen, la salita de la Casa de Nariño, y los idiotas; verdad de Perogrullo.

En Colombia cada cuatro años hay presidente idiota. Generalmente votado por votantes idiotas. Hace un tiempo, en la Universidad Nacional designaron nuevo rector, o más bien, renovaron al viejo (del) rector. A los estudiantes los pusieron a votar. Muchos corrieron, y hasta hicieron campañas. El voto – les decían en principio – era a modo de consulta. Nunca - ¿cómo se les iba a ocurrir? – de carácter decisorio. Cuando algunos apenas estaban terminando de hacer clic (porque eso sí, ellos votaron), ya les habían avisado que el señor Mantilla había vuelto a quedar. Salieron indómitos ellos, los pobrecitos estudiantes, con lastimosas arengas y empuñando las banderas de la Autonomía Universitaria sin saberla leer. Me sentía tan afligido al verlos. ¿Me hago ahora entender?

Yo, querido lector, he pasado la vida discutiendo con idiotas. Por eso le escribo a usted. No se cohíba, cuanto antes mejor. Discuta, gima, cotorree, socialice, coma, báñese, inmiscúyase, métase en la vida de los idiotas. Uno nunca termina siendo el mismo después del contacto con un idiota. He hablado de arte, de religión, de ciencia, de economía, de libros, de música, de política – sobre todo de política –, con idiotas. Y poco a poco, han ido cambiando mi opinión. Al principio, me contenía, no me dejaba convencer. Luego, a medida que conocía más y más, y diferentes idiotas opinantes, me fueron persuadiendo. Uno a uno, hicieron cambiar totalmente mi posición. Y hoy, a diferencia de ayer y gracias a tantos de ellos, me siento logrado, he llegado a la conclusión: ¡yo no vuelvo a discutir con idiotas! Coda: no me siento absuelto de en algún momento padecer idiotitiz. ¡Líbrame Señor!

Imagen tomada de: www.interpretaciontelefonica.files.wordpress.com


 
 
 

Kommentare


NOVEDADES

© 2015 by Revista El Gran Mulato - Nos reservamos el derecho a ridiculizar y pervertir cuanto suceso nos interese. La opinión presentada por los columnistas no compromete la posición de El Gran Mulato. 

bottom of page