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Apuntes en el natalicio de León de Greiff

  • Andrés Arredondo
  • 28 jul 2015
  • 5 Min. de lectura

Francisco de Asís León Bogislao de Greiff Haeusler nació, a pesar de lo que su nombre induce a pensar, en Medellín el 22 de julio de 1895, en una vieja casona esquinera del barrio Prado, sector el Llano, cuyos muros sobrevivieron ─aunque ello es objeto de controversia─ a la dentellada feroz que la Avenida Oriental le propinó al centro de la ciudad.

A pesar de que este 22 de julio se cumplen 120 años de su nacimiento, su espíritu de poeta insumiso y burlón, le hacen ostentar una lozana juventud en verso y alma. Como poeta, León De Greiff atravesó una fecunda vida durante la cual es reconocible, al margen de esquematismos literarios, ciertas etapas vitales en las que se expresa tanto el joven iconoclasta como el hombre maduro lleno de sabiduría y hastío.

Sin embargo, es notoria la agudeza atemporal de su obra, puesto que tanto en el joven como el viejo se hace característico un acento de penetrante mirada y de musicalidad sin par en todos los versos y hasta en la menos conocida prosa que escribió.

El poeta parece haber nacido viejo y sabio, cosa que explicaría en parte la reserva mezclada con admiración que algunos literatos ya formados durante su época de juventud, le profesaban. Tentando el lugar común, se puede afirmar que es un alquimista de la palabra, capaz de oponer una audaz creatividad a los cánones estancos de la poesía colombiana de su época.

Basta con recordar alguno de sus versos juveniles para admirar la agudeza de su crítica, a la Medellín conventual en tránsito a pueblo grande en su “Villa de la Candelaria”:

“Vano el motivo

desta prosa:

nada…

Cosas de todo día.

Sucesos

banales.

Gente necia,

local y chata y roma.

Gran tráfico

en el marco de la plaza.

Chismes.

Catolicismo.

Y una total inopia en los cerebros…

cual

si todo

se fincara en la riqueza,

en menjurjes bursátiles

y en un mayor volumen de la panza. “

(1914)

O el afecto que desde siempre prodigó a la noche, como símbolo de valores opuestos al pragmatismo puritano paisa, y celestina de su vida bohemia al lado de otros maestros de pensamiento liberal:

“ Los estáticos búhos huyeron de la extraña

Lumbre del sol que todo lo falsifica y daña.

Los estáticos búhos huyeron, y en su hueco,

-oculto entre las ramas del chopo calvo y seco-

Aguardan el exilio del sol que adula y finge,

Que ilusiona y que irisa, y aguardan que la esfinge,

-la muda y desolada y fría – la luna,

Se venga con la noche, se venga lela, lela,

Para decir de nuevo la trova paralela! (…)”

(Fragmento “Balada de los búhos estáticos” 1914)

Además de su juventud, podría hablarse de otro “momento” en su obra, caracterizada por el testimonio de su vida fuera de Medellín, que comienza como secretario de Rafael Uribe Uribe, para después alternar entre ser visitador del Ferrocarril en Bolombolo y oficinista de un banco en Bogotá.

De la estadía en Bolombolo resultan algunos de los poemas más recordados, en los que aúna a la descripción del paisaje selvático y tropical, una suerte de ética del entorno en el que son uno el río, la cabaña, la ceiba, el campesino y la montaña, al lado de pensamientos y emociones de soledad, alegría, amistad, bohemia, erotismo o de las sensaciones de su espíritu abrumado ante las potencias de la naturaleza.

(…) “cuando lleguen a la orilla

caliginosa del Cauca,

cómo andarán de borrachos!

(luego de parar en Lara

Donde ordeñan el más límpido

anís las manos más blancas:

demoran allí las cinco

sirenas de La Cabaña);

cuando lleguen a la orilla

rïentes a carcajadas,

por el Paso de los Pobres

sobre la vetusta barca

tomarán el otro lado

-las seis ya serán llagadas-

Y en lo de don Nuño Ansúarez

Alto harán en la jornada(…)

(…) se conversa en hiperbólico

Cuasi mentir, mientras canta

La marmita en el fogón,

Mientras sueña la montaña

-sueño de ceibos robustos

Y de esbeltísimas palmas-(…) “

(Fragmento de “Relato de Ramón Antigua” 1926-1927)

“yo río

De tus cóleras inútiles, oh Río,

Oh tú, Bredunco, oh Cauca, de fragoroso

Peregrinar por chorreras y rocales

-atormentado, indómito y bravío-

Y de perezas infinitesimales

en los remansos de absintias aguas quietas, y de lento girar en

espirales,

y de cauce limoso!

Oh Cauca, oh Cauca Río!

Yo río

-yo, río-

De mi pequeña inmensitud ante la enorme pequeñez, Naturaleza,

Naturaleza, de tu símbolo! (…)”

(Fragmento de “Relato de Erik Fjordson” 1926)

Y un tercer “momento”, que corresponde a su vejez, durante la cual surgen poemas en los que profundiza su exploración de semánticas y sonidos, al modo de impetuoso adolescente.

De Greiff hace siempre gala de una profunda cultura, que le granjea el título de maestro, sin embargo se hace popular la creencia de ser oscuro y rebuscado, sobre todo entre sectores académicos que no lo leían o mal leían. Tal vez sea a éstos a quienes se deba la idea de que inventaba muchas palabras, cuando lo que en realidad usaba con frecuencia eran arcaísmos y formas lexicales imaginativas, en función de sus preocupaciones musicales.

Un soneto “resume su vida de poeta” como lo refiere su hijo Hjalmar:

“Nunca la poesía ocio u oficio.

Jamás la Dona, apenas el solaz.

Dáte a la una y a la otra en haz,

No por cuotas tasando el beneficio.

Son la una y la otra el lauto vicio

la más alta virtud, por ellas haz

lo mejor o peor, tímido, audaz

a la vez: son el premio y el cilicio.

Nunca la poesía ni la Hembra

pretexto o diversión: siempre el origen,

la causa de las causas, meta y rumbo…

(pero sin dividendo: no se siembra

sólo por cosechar: ¡también se erigen

molinos para el viento y su retumbo!)

Estrambote

De las causas la cusa y derrotero

pero sin regalías ni objetivo:

poeta y amador tan sólo vivo

para amar y soñar de enero a enero,

sin medro alguno, por el gusto mero

de gozar de las dos, casto y lascivo,

y de donarme a ellas por entero.

De Poesía y Dona amo y cautivo.”

(“Sonetines” III 1970)

El legado del poeta es imperecedero, como lo es su ácida crítica a múltiples facetas de nuestro ser, que él adjetivó sin contemplaciones; sin doblar la cerviz ante el poder o ante las lisonjas de las sociedades del mutuo elogio. Por ello levantó la voz entre satírico y burlón, para proferir su “admonición a los impertinentes”, fustigar a “las turbas mesocráticas” y dolerse de las “greyes planas”, que como lo demuestra la historia reciente, no dejan de pulular.

*Imagen tomada de: www.festivaldepoesiademedellin.org


 
 
 

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