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Diálogo entre un ateo y un teólogo

  • Ramiro Restrepo
  • 20 jul 2015
  • 4 Min. de lectura

Para Albeiro y Jorge, con mucho aprecio.

John fue siempre un hombre inquieto por la ciencia, le agradaba sobremanera preguntarse por las causas de las cosas. Mientras más leía sobre astrofísica, más se rebelaba en creer las cuestiones fundamentales con que fue educado con base en la religión católica y el cristianismo. No concebía el Génesis porque consideraba que él no conducía a otra cosa que a aceptar que la endogamia de la primera familia de la humanidad hubiera dado origen a todas las variantes de la especie humana. Aceptarlo para él no era sino aceptar la degeneración genética tal como lo demostraba la biología y lo desmentía la demografía existente en todas las partes del mundo; la degeneración genética no era la ley sino la excepción, precisamente en los lugares donde se presentaba la endogamia. Tampoco consideraba la existencia de un creador del universo porque aceptaba la teoría del Big Bang, postulada por las mejores mentes de la astrofísica; y conocía las postulaciones del movimiento de las placas tectónicas, los sismos, los tsunamis, la erupción de los volcanes y la expansión del universo. Si dios existe, decía, es imperfecto porque el universo no se ha acabado de construir. Menos creía en la existencia de un ser, Jesucristo, concebido por una virgen; eso era un imposible natural en una época donde aún no existía la fertilización in vitro. Para él Padre, Hijo y Espíritu Santo era una trilogía fantástica de gran factura literaria, pero no más.

Bueno, John discutía sus puntos de vista con su amigo Hans Christian, quien era un teólogo ortodoxo, en placenteros ratos de buen café.

-El universo no pudo salir de la nada-dijo Christian. Hubo un Gran Diseñador inteligente.

-Si hubiera habido un Gran Diseñador Inteligente-dijo John, el universo no estuviera en constante movimiento, no estaría incompleto.

-Es que no está incompleto, sino que fue diseñado para que evolucionara-dijo Christian.

-Eso es una falacia-dijo John .Simplemente es falta de argumentos para alegar la existencia de dios. No existen pruebas de la existencia de dios, pero la incompletitud del universo muestra lo innecesario de su existencia.

-Supongamos que es válida tu posición de que el universo no se ha acabado de crear. Ello no prueba la inexistencia de Dios-insiste Christian.

-Pero lo hace innecesario-advierte John. Y no veo para qué es necesario.

-El hombre es un ser incompleto si no tiene espiritualidad-alega el teólogo. Existe otro mundo gobernado por Dios al que acudirán las almas portadoras del bien o las arrepentidas.

-El mundo y el hombre solo son materia-refuta el ateo. Además, la moral del arrepentimiento es muy débil y permite la maldad de los hombres. Y si tu dios permite la maldad ¿quién le dio la potestad del perdón o del castigo? Eso es una omnipotencia de la cual carece puesto que permite la miseria, la inequidad, las catástrofes, la opresión y la existencia de otros dioses. ¿Cuál dios es el verdadero? ¿Por qué tu dios, que es único, permite usurpadores?

-No existe sino un solo Dios-refuta el teólogo, pero él permite el libre albedrío y los creyentes escogen.

-Entonces, ¿quiénes se salvan de los que no creen en el dios único, si están obligados a guardarle adoración y obediencia? ¿El libre albedrío no es una disculpa aberrante y conduce al castigo a los que se apartan del único dios? ¿O es que tu dios no es infalible como pregonas?

-Ellos escogen entre salvación y condena según su conciencia-añade Christian. Si no existieran el sufrimiento y el infierno, sobraría Satanás. El orden del universo admite dualidades: existen el bien y el mal , el cielo y el infierno, la vida y la muerte, la sabiduría y la ignorancia, Dios y el diablo.

-Tu dios es infame-arguye el ateo. Además, ya que hablas de ignorancia, ¿no es ella la razón de la creación de dios por los hombres cómo lo pregonaron antiguos filósofos?

-La existencia de Dios es asunto de fe y no de ciencia, no es necesario probar su existencia, sólo creer en ella y en su magnanimidad-refuta Christian. Ya te dije es cuestión de espiritualidad.

-Pero si tu dios no tiene magnanimidad, él es un ente castigador, el miedo es parte sustantiva de las religiones para poder dominar las conciencias-arguye John.

-Tu dios es omnisciente (todo lo sabe) pero, ¿dónde está la sabiduría, en qué o en quién se manifiesta?-dijo John. Si es en la Biblia, esta no es más que una construcción fantasiosa, buena literatura, para que negarlo, y hasta contradictoria de la sabiduría de tu dios.

-Pero es la revelación, la palabra de Dios-replicó Christian. A ella nos atenemos y, te insisto, es cuestión de fe. La fe y la ciencia son irreconciliables, a pesar de los esfuerzos de Teilhard de Chardin

-Bueno, si aceptamos por fe la omnisciencia de dios, entonces ¿por qué no revela la ciencia y libera al hombre de la incertidumbre y le permite conocer con anticipación las catástrofes que produce la naturaleza? ¿Le interesa acaso a tu dios que los hombres sufran inútilmente?-replica el ateo.

Christian no supo responder, sólo vocalizó un ¡hum!

-Dejemos por hoy-dijo el ateo .Veo que qué se te acabó la iluminación.

Obviamente John era un pensador minoritario y tenía que pasar por hereje y orate digno de las brasas del infierno y de un manicomio en la tierra. Pero estaba seguro que no había alma ni vida eterna, que la salvación y la redención no eran sino discursos para mantener fieles incautos, que los ateos pueden tener una ética civil y no ser sujetos ”sin Dios y sin ley” como dice la voz popular.

- Imagen tomada de: Alberto Montt.


 
 
 

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