Las gracias de Su Santidad
- Lolita
- 1 may 2015
- 4 Min. de lectura
“Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?.”
Juan 14:11

Al Papa le gusta la piel de cordero, la carne jugosa y tierna; y muy seguramente las orgías con dulces nínfulas en el Vaticano jamás se detuvieron. Eso de guardar el celibato debe ser difícil de creer para los pobres niños a quienes el examen de próstata les llegó antes de tiempo. El jocoso Francisco quiere distraer a la opinión pública con sus inusitadas y “liberales” declaraciones, típico de esa corriente jesuita semi-revolucionaria que siempre se comportó como la oveja negra del rebaño.
Pero a mí no me engañas Pachito, yo sé que te gustan los cachetes rosados y las nalgas lampiñas; las estridentes voces infantiles que irrumpen los parques en primavera. Ya te imagino deseando aquellas manitos tiernas: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, “dejad que los niños se acerquen a mí”. Pobre Papa, él no tiene la culpa, son los niños. Y la publicidad, claro, que se ha encargado de erotizar sus cuerpecitos sin vello: tan pulcros, tan inocentes, tan frescos, siempre esperando ser allanados por fuerzas divinas. El cardenal Antonio Cañizares, “ministro” del Papa en el 2009, declaró que era peor abortar que abusar de niños. Pero claro, es inconcebible que se les prive de traer al mundo a sus próximas víctimas, carne fresca para el matadero, ni más faltaba. A las mujeres pro aborto les digo, no carguen la cruz de haber matado a sus futuros hijos, déjensela a los párrocos, ellos se encargarán de cargarla por usted: los matarán en vida; cuánta bondad, la más clara representación de altruismo y benevolencia en un humilde guardián de la fe.
¿Qué opinaría Jesús al enterarse del proceder de los sacerdotes? Aunque bueno, eso de dejar que los niños se acerquen a él y su discurso sobre que “de ellos es el reino de los cielos” es bastante sospechoso; al fin y al cabo, ¿qué se puede esperar del hijo de una paloma y una muchacha que aún después de embarazada se creía virgen? Y es que ese es otro punto que vale resaltar; ¿cómo podemos esperar que los pastores guíen bien a sus corderos, si su principal exponente provenía de una familia disfuncional?; además, hay que estar realmente enfermo como para conmemorar a un hombre matándolo y resucitándolo cada año. Es verdaderamente terrorífico: no solo lo crucificaron y lo expusieron en la plaza pública, sino que ahora también le rinden homenaje.
Volvamos a lo nuestro; los niños, ellos que son la vil representación de la lujuria disfrazada de una ternura inocente y pueril. Debió ser quizá por eso que los miles de niños abusados en los orfanatos de Irlanda, “los niños de San Judas”, no causaron alteración alguna, sus destinos estaban marcados desde antes de nacer, porque Dios no improvisa ni juega a los dados, “todo es perfecto” y las cosas suceden como deben suceder.
Pero qué indecencia de mi parte escribir esto en vísperas de la visita del Papa; quizá vendrá, como dijo Santos -no tan santo-, a apoyar el proceso de paz, porque acá se politiza hasta la visita de Su Santidad; o quizá vendrá a solucionar lo del concordato que quedó en el aire con la nueva carta del 91, nadie lo sabe… Yo lo único que les digo a los apasionados feligreses, es que por ninguna razón lleven a sus niños, no vaya a ser que alguna entidad diabólica los posea para tentar a su majestad el Papa, y terminen recitando Veni Creator Spiritus al ritmo del bombón envenenado que corrompe sus bocas y las llena de “manantiales de aguas vivas”. El confundido infante preguntará “¿por qué?”, mas el Santo Espíritu iluminará la palabra de Su Santidad y con toda dulzura le responderá citando a Juan, capítulo 4, versículo del 10 al 14: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Ese Espíritu es el río de agua de vida que fluye constantemente de Dios a través del pastor en la Iglesia.
Quizá la prometida tierra de leche y miel no fuera más que una metáfora, y que ésta germinara de los cuerpos eclesiásticos que piden al Señor todopoderoso “levantar el santo caído” y seguir “rectamente” por el sendero luminoso que les permitirá gozar siempre de sus consolaciones.
A San Constantino que lo mantiene firme, a San Alipio que de la pena lo libra, a San Darío que lo protege de las infamias, a San Guido que le sirve de guía y a San Gerardo para que no pierda la fuerza de lanza. Creo en la Iglesia que es una santa puta, católica y apostólica. Creo en sus representantes acá en la tierra, viejitos ecológicos pederastas que “regalan” la salvación a cambio de una humilde contribución.
Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Amén.
*Imagen tomada de: www.periodistadigital.com
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