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Rastros y rostros

  • Luis Alfredo García
  • 9 abr 2015
  • 2 Min. de lectura

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Cuando llegué por primera vez a la Escuela de Teatro Cesar Rengifo en Caracas venía con el temor de todo muchacho de pueblo. Aunque nunca he sido tímido, ese día definitivamente tenía miedo, estaba empezando a caminar en un nuevo sendero lejos de mi pueblito. En la oficina de la administración de la escuela estaba sentado un hombre muy serio, que me dijo: “buenos días” y yo de inmediato le respondí pronunciando las palabras tan rápido que casi no se entendió lo que dije, a lo que él acotó “Tú eres oriental donde te pares, esa forma de hablar te delató”. Yo sonreí y empezamos a hablar. Él me dijo que sería mi profesor de análisis teatral, que su nombre era Alexis Alvarado, pero que todo el mundo lo conocía como Bruno. Empecé a investigar sobre él, sobre ese hombre que andaba con su bastón impregnando de buen humor a la escuela, y descubrí que era una persona importante para el teatro venezolano actual; que en la primera obra en la que actuó fue El Rey Mono escrita por José Domínguez y dirigida por Wilfredo Zurita para el Teatro Textoteatro y el teatro San Martín de Caracas .Se formó en la Escuela de Teatro Cesar Rengifo, se licenció en Letras en la Universidad Central de Venezuela y ahora está haciendo su maestría en la misma Alma Máter.

También es dramaturgo y narrador. Ha escrito un importante número de piezas, de las cuales algunas han sido publicadas y otras están inéditas. Ejemplos de tales obras son Mezzohipotálamo (1993); Le dio un patatús (1996); Bienvenida Berta (1998); Una historia inconclusa (2004), que fue ganadora del Segundo Festival de Teatro Rosa de Bogotá; Un momento para soñar (2008); Ya no somos los mismos (2012), galardonada con el Premio Especial Mención Publicación del II Concurso de Dramaturgia César Rengifo; Front y Tino (2013); ¿Por qué tengo el pelo malo?, ganadora de la Primera Edición del Concurso de Narrativa: "La paz es lo que cuenta"; La señora fina (2008); entre otras. Es defensor de los derechos GLBTI en Venezuela y fundador del “Festival de teatro rosa de Caracas”. Actualmente es miembro activo de la asociación Venezolana de crítica teatral. Es defensor de los derechos LGTBI en Venezuela, y también fundador del “Festival de Teatro Rosa de Caracas”. Actualmente es miembro activo de la Asociación Venezolana de Crítica Teatral.

Este artículo no es un registro biográfico, sino un tributo a una persona que conocí hace cuatro años en los pasillos de la Escuela de Teatro Cesar Rengifo; y que en cada clase suya salía con ganas de seguir descubriendo el teatro. O que el teatro me descubriera a mí. Es un tributo a un amigo que me enseñó que no me podía cansar de esperar a Godot; que el teatro me iba a permitir soñar en la noches de verano; que la vida es sueño; que algo está podrido en Dinamarca; que todos podemos ser Jhon Lennon; que aunque las cayenas nacen en todas partes en mi pueblo son cachupinas. Este artículo es un homenaje, una carta de presentación de un hombre admirable, un amigo, un abanderado de los derechos humanos, un venezolano ejemplar, un rostro que representa dignamente al teatro venezolano. Él es Bruno.

Imagen tomada de: alcaldíamunicipiodesucre.gob.ve


 
 
 

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