Hagamos un tratado
- Lolita
- 9 abr 2015
- 1 Min. de lectura

Propuesta (in)decente
Hagamos un tratado, un acuerdo, un convenio. Hagamos un tratado en el que nos beneficiemos ambas partes, aunque, no hay problema, yo por usted pierdo toda soberanía y me someto.
Podemos acordar -y luego ratificar- una exhausta exploración de terrenos prohibidos: yo le permito que se adentre en selvas vírgenes a las que solo osados aventureros se han atrevido a llegar. No tenga usted miedo, si se pierde prometo guiarle. Soy Estado Laico, así que no tendremos problema con los prejuicios; mis decisiones no van atadas a la moral cristiana.
Hagamos un tratado pero no lo estipulemos eterno; todo lo que no tiene caducidad, todo lo que resulta inmutable, al final termina siendo tormentosamente tedioso y molesto. Así pues, si encontramos atractivo su accionar en el adentramiento a lechoso terreno y la estimulación de vastos ríos, no se impaciente: renovaremos el contrato.
Por mi parte, permitiré que se alimente de los manados producentes y de la carne conquistada, mientras, mantendré alejados y ocupados en algún oficio a los importunos protestantes, todo esto para que pueda usted proceder con toda calma, sin que nadie lo -nos- perturbe. No permitamos la intromisión de terceros; así mismo, me comprometo a no entrometerme en sus acuerdos. Respetaremos y reconoceremos nuestros límites (sin embargo, dejo abierta la posibilidad de que pueda usted extenderse más allá de la zona acordada).
Con esto me despido, espero que llegue a un consenso positivo con su gabinete y podamos llevar a cabo tan excitante labor. Quedo atenta a cualquier respuesta.
Me despido como su amiga y fiel servidora.
Imagen tomada de: www.protestantedigital.com
Комментарии